sábado, 14 de septiembre de 2013

EL VIAJE




Cuando subí en la estación, no pensaba nada, sólo escapar de mí mismo, de aquella maldita sensación de ahogo. “Huir”, me dije, es una gran idea, “¿pero a dónde podría ir?”. “Debes tocar con los pies en tierra. Aquí, ahora, tu viejo oficio de inventor de historias no te sirve para nada. Sin saber muy bien cómo te has convertido en un maldito personaje. Sí, un personaje más de una de tus novelas, de uno de tus cuentos. Debes despertarte de una maldita vez”, me dije con ahogo. ¡Dios!, ¿cómo he llegado a esto? ¿Cómo he podido llegar a caer tan bajo? ¿Ya no puedo ni distinguir la realidad de mis fantasías? ¿Soy real o un mero espejismo de un alter ego que vive fuera, al otro lado del espejo? ¿Tengo cuerpo? ¿Tengo un alma que perder? ¿Tengo, un pensamiento al que pueda agarrarme? Muchas respuestas, demasiadas, cuando no existen las certezas y no puedes preguntarle a nadie. Cuando no hay otro que te puede decir: “Sí, capullo de mierda, eres real; pero qué te pasa tío. ¿Estás borracho o qué, joder?” hasta esas palabras malsonantes, grotescas; brillan ahora mismo por su ausencia. Qué no daría porque alguien, no nos importa ni el sexo, ni la edad, ni la raza ni la cultura; no quiero hacer un estudio de población; me insultase para al menos, durante algunos segundos decirme a mí mismo: “Bueno, soy real” ¿Soy real? No sé, porque esa otra persona también puede ser producto de la mente de un escritor, o que coexistamos en dos realidades paralelas, o no. No sé ni lo que digo, la verdad es que estoy medio ido. Mi mente está enferma, de eso no cabe duda. Nadie en su sano juicio se cuestionaría: “estoy loco”. Sabe que no está loco. Pero ahora mismo recuerdo, lo leí en alguna parte, lo escuché en la radio; no sé bien dónde fue la verdad. No puedo pensar con claridad y mucho menos recordar, sería un esfuerzo titánico para mis nervios. Me siento caer a más velocidad de la normal. Como si mi cuerpo de repente hubiese tomando la consistencia de un metal inmensamente pesado y el suelo me llamase como las sirenas a Odiseo. ¡Dios!, me he perdido otra vez en mis propias cavilaciones. “Céntrate”, me ordeno. No soporto este maldito calor. Me enjugo el sudor de la cara con mi pañuelo. Cuando lo miro el horror se apodera de mí. Se a teñido completamente de blanco. Me miro en una de las ventanillas del vagón; puedo elegir. No camino mucho, me incorporo y sin perder el reflejo de mi propio rostro distorsionado me siento noqueado. Me vuelvo a mi asiento y me dejo caer en él sin voluntad. ¿Quién era ese ser que me miraba fijamente?, me pregunto con espanto. La imagen reflejada era de un ser diferente a mí. Su cara era una máscara de carne sanguinolenta. Digo sus ojos, pero sería mejor decir mis ojos, se reducían a dos rendijas de luz. Aquello me puso muy nerviosos. Me senté lo más cómodamente que puede. Abrí la cartera del trabajo y sin llegar a mirarla, la lancé al otro lado del vagón. Maldición cada segundo. Levanté los puños al cielo del vagón. Y le grité con todas mis fuerzas: ¡¡¡No estoy loco hijos de la gran putaaa!!!
Después del desahogo, me sentía algo mejor. Caminé de un lado a otro del vagón y me dije, como si realmente yo me lo creyera: “No estoy loco. Sólo tengo la mente cansada…”
Sabía mejor que nadie que no podría escapar de mí mismo, de mis pensamientos, de las cosas malas que anidaban dentro de mi alma, de mi cerebro enfermo. Pero cuando entré en ese maldito vagón, las cosas, mi realidad, tal y como la conocía cambió. Ya sé que no creo que nadie pueda creer estas palabras si alguna vez, espero que la policía, o algún viajero ocasional, recojan esta grabadora y puedan escuchar este extraño viaje a los infiernos de mi propia mente. Intenté escribirlo, rememorar las viejas andanzas, sin embargo, las letras me bailaban delante de los ojos. Demasiado alcohol, puede ser; aunque no puedo, no debo perder de vista que la mente enferma nos juega siempre malas pasadas. Como digo, en esta cinta, podrán escuchar, al menos espero que mi voz sea lo suficientemente clara para ello; el terror que atenaza mis músculos, escribir, como ya he dicho, era imposible. Mi propia voz me está costando más de lo que nadie pudiera imaginarse. Es un esfuerzo titánico, algo que nadie podrá saber jamás, como digo, si no encuentran esta maldita grabadora, mi fiel compañera de fatigas. Hablo a la desesperada, sin saber muy bien por qué lo hago, sin comprender las razones que me mueven a este acto tan irracional. ¿Pero qué puede haber más irracional que dejarse morir sin luchar, sin intentar explicarte a ti mismo porqué no has podido refrenar una caída que veías venir desde hace tiempo? No sé la respuesta, y deseo que nadie que pueda escuchar esto me juzgue con maldad, pensando de mí: “Era un cobarde”. No, no lo soy y no lo fui, tan sólo puedo decir a mi favor que la mente es una poderosa contrincante y mis fuerzas son escasas, insuficientes para poder salvarme de ella.
El tiempo pasa, y las paradas nunca llegan. Es como esperar un eterno mañana, un mañana que deseamos más que a nuestra propia vida, pero que sin saber porqué se eterniza como las olas que pueblan los océanos de tiempo. Será que estoy dormido. Puede que esté soñando con una versión de soñando con algo parecido a un infierno en la tierra. “Podría ser”, me digo, con un hálito de esperanza. La Divina Comedia, de Dante. Pero por más que lo intento, no veo a Virgilio por ninguna parte. Al menos él tuvo el consuelo de un compañero, yo no tengo ni eso. Algunos podría decirme, sí, tienes a tu vieja compañera de viajes alucinatorios. Sí, diría, pero es tan inútil como el hecho de no tener nada. No puede calmar mi malestar, mi locura. Ella sólo puede recibir lo que yo digo, en ningún momento intentar aclarar o calmar lo que siento.
Me enjugo otra vez el sudor y pienso: “Para qué engañarme, nada merece la pena, nadie podría salvarme de mis pensamientos, esos seres que lentamente me están devorando las entrañas, no deseo vivir más”. Sí, lo sé, tal vez por eso entré sin saberlo en este vagón que no me lleva a ninguna parte. Como mucho a mi propio purgatorio. ¿A cuál? No sabría decirlo, no creo que nadie pueda decírmelo. O sí; la respuesta me la podría dar un Dios que fuera mucho más misericordioso, más benévolo. De eso estoy seguro. Si existiera un Dios así, yo mismo me sentiría mejor, podría decirle a la imagen que me devuelve el frío cristal del vagón: “No eres malo”. Sin embargo, no creo que haya nada parecido, al menos en este mundo, en esta realidad que me ha tocado vivir a mí. Tal vez en la otra realidad, en la que guarda mi imagen reflejada, seguro que en esa parte sí que existe ese Dios misericordioso. Ya me queda poco tiempo. ¿Por qué lo sé? No sabría cómo explicarlo, sólo sé que alguien, al otro lado de aquella puerta de metal me está mirando, estudiándome como a un cadáver exquisito. Con el deseo invisible de poder cortar mi carne, beber mi sangre… Tal vez, y digo, tal vez quiera esa de mí. Porque cómo podría asegurar algo cuando en realidad no sé si duermo o si estoy despierto, si estoy en el paraíso o en el infierno. Nada es real, nada es cotidiano en un mundo donde tú, sí, ni siquiera tú eres completamente real. Eres, como suele pasar en esta vida, retazos de una existencia que en tu infancia creías que era real, pero que al crecer, al pasar de niño a adulto has perdido, has ido dejando en el camino, sin poder evitarlo, sin pensarlo, sin desearlo, o a lo mejor deseándolo. Sí, deseándolo porque es una forma de darte mejor a los demás, de dejar de ser tú mismo para ser la imagen que los demás quieren de ti.
¡Dios!, qué me pasa. Quiero dejar este maldito vagón, pero no hace paradas, no hay nada, no hay nadie. O al menos yo no los veo. Quiero despertar. Me ordeno: “despierta”. Pero nada, el sueño o es muy pesado o es tan real como una pesadilla del gran maestro del misterio y el suspense, Poe revolotea sobre mi cabeza, como ese viejo cuervo suyo. No creo que nadie me pueda comprender, porque para hacer eso, deberían estar en mi infierno, en el infierno de mi carne, en el infierno de mi alma, en el infierno de mi mente enferma y cancerosa; porque definitivamente, debo tener algún cáncer maligno en ella. En el infierno en el que mis pensamientos, una vez descritos por mi voz rota toman cuerpo, alma, en esta cárcel de metal, en este mundo reducido en el que estoy atrapado. En otras palabras, son más reales que yo mismo, que la realidad que supuestamente vivo. Cómo puedo decir que yo no soy el único causante de esta muerte en vida. Yo fui el creador de este vagón que ahora me tiene prisionero. Eso es tanto como decir que yo mismo creé una habitación donde encerrarme para no salir jamás. Un día me desperté y sin saber cómo, allí estaba el germen de la idea. Quién las había puesto en mi mente, supongo que yo, era mi pensamiento, o no. Esas semillas de desidia, plantadas en mi fértil imaginación, crecieron sin control y me dieron la cotidianidad en la que me encuentro atrapado sin posibilidad de fuga. Estaba muy claro que algo pasaría, pero no quise ser consciente. Me dije: “mejor no pensar en ello, para qué. Nunca he sido dueño y señor de mis actos, ella, mi mente es la que decide siempre por mí. Mi cuerpo, la secunda sin discutir, sin buscar un simple pero…”. Sí, ¿para qué? No quiero pensar, por favor, que alguien apague la luz de mi cerebro. No quiero volverme más loco, no quiero perder el sentido de mí mismo, no deseo estar ido como siento cada vez con más fuerza. Por favor, que alguien, no me importa quien sea. Sólo alguien, lo suplico, alguien me despierte, me saque de esta pesadilla que no me lleva a ninguna parte. ¿A ninguna parte? No, no es cierto, me conduce a un mundo de locura, de pesadilla infecta. Por Dios, que alguien me saque de aquí. Que alguien me dispare con su arma de realidad. Que alguien diga: “pobre hombre” y que el sonido de sus monedas me saque de este letargo insoportable.
Ahora sé que todo quedará en eso, en deseos. Unos deseos que nadie los atenderá. Porque nadie hay en mi propio infierno. Ahora sé que la autodestrucción amasada desde hace tanto tiempo ha producido los efectos deseados. Ahora sé que nadie podrá protegerme nunca más. Ahora que ya sé que estoy en mi parcela, en mi parterre de los suicidas; donde la muerte se revivirá una y otra vez como una pesadilla que nunca acaba, que te visita cada noche como una amante deseosa de tu carne, de tus besos, de tu esencia. Puedo dejarme, al fin, perderme en mi propio mar de angustia. En mi soledad. Ahora sé, que nadie me despertará nunca. Y eso me da cierta paz; supongo que será la paz de los locos o la de los difuntos. Pero a mí me basta; es una paz buena, es una paz que me deja tranquilo. Ahora voy a dejar la grabadora a mi lado. La pararé y esperaré a que mi mente me inunde con su locura. Tampoco es importante. Nada importa, nada es lo suficientemente bueno o malo para poder soportar una vida que no encuentra ni encontrará sentido a mi estupidez. Así que, os deseo el peor de los sueños y la realidad más nefasta.

7 comentarios:

  1. ok, ahora si campeón, pero te comento jajajaajaj, ahora me tienes que rellenar otro formulario,jajaja, no es coña es que te voy a marear,pero merecerá la pena, esos datos son los que despues utilizo para un directorio web para todos los miembros, dicho directorio os hará más visibles y publicos para los motores de busqueda, es un regalito de la casa jeje, para los miembros de traffic-club bueno no me enrroyo más, haz otros formulario con todos los datos sobre este nuevo blog, o que hacemos dejamos los mismos datos del formulario anterior y en vez del otro blog pongo este?? como tu me digas, en todo caso el banner lo tienes que colocar tu, una vez hecho el formulario, en la pagina de administración que ahora te dejo el enlace, esa es el centro neuralgico del club, ahi estan todos los blogs del club los cuales debemos de visitar, y ahí explico como colocar el banner, no es nada dificil este blog es de blogger, pues te vas al mismo banner el cual tiene abajo un botoncito que dice "enlazar" y el solito se te colocará en tu sideber o columna donde tienes tu archivo y perfil , dale a enlazar si te sale error no pasa nada tu has los paso que te dice, que es muy facil i rapido, te pondra error, pero nada cuando vayas a tu blog seguro que está colocado y reluciente en tu blog ejej chaooo y me acerco luego más tarde y si no mañana para ver si lo tienes, en cuanto tengas el banner ya estas dentro y yo te hago un banner pero eso es cosa mia, de tu blog, es decir la portada de tu blog reducido en un pequeño banner y lo coloco en la pagina de adminisracion con todos los del club ya lo verás, ahora de momento formulario, dejamos el que ya has hecho y ponemos este blog en el lugar del otros??? si o no, y colocar tu el banner de traffic.club ya está, no tiene más , perdón profesor por las faltas pero las prisas y que hace mucho que deje la escuela, ejeej un saludo contestame lo del formu. yo me acuesto tarde y si no mañana, buenas noches.

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  2. Los datos serán los mismo, sólo debes cambiar el blog, claro. Voy a mirar eso del enlace.

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  3. Magnífico!!! Me encanta... Directo, intenso y sangrante, como una bala en el pecho.

    Traffic-club
    www.irisbernot.com

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  4. Me ha encantado este relato. Te introduce de lleno en la mente y la locura del personaje. Escribes muy bien, aunque a veces me he perdido un poco en párrafos tan grandes. Por lo demás, perfecto.

    Un saludo ;).

    TRAFFIC-CLUB

    Mi Etéreo Mausoleo

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  5. Me han hablado muy bien de este Flim, no he podido verlo. Saludos de Traffic-Club y El Talco Negtro.

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  6. Nunca sabemos donde nos lleva un viaje, esa es la magia de la vida.
    TRAFFIC CLUB, Fútbol y Tenis, más que un juego

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